La “Txispa” de Pueyo

    La “Txispa” de Pueyo

    txispa 

     Los pueblos pequeños abarcan historias singulares, pegadas todavía al paisaje rural en el que se han desarrollado durante generaciones.

     Hace un mes, Pueyo vivió todo un acontecimiento.”Txispa”  la burra de Javier Hualde Ciordia, “Artillero” para más señas parió un pollino. A partir de ese momento ha sido la noticia más comentada en el pueblo y en el terreno donde pacen madre e hija un continuo desfile de visitantes. Al hecho novedoso, por estar en vías de extinción el animal que durante siglos ha acompañado a la humanidad en la agricultura y como medio de transporte le antecede una anécdota entrañable.

    Desde que murió su padre Patricio, Javier Hualde siempre tuvo en mente comprar una burra cómo la de su progenitor que adquirió en la feria de Tafalla al jubilarse. Está burra acompañó muchos años a Olentzero de Tafalla . Txirolas la bajaba por el camino de Makotxa y hacía recorrido inverso al día siguiente para volver.

    La sorpresa de Txispa: Javier, trabajador de la Volkswagen, compró un terreno junto a "la esquina del toro", restauró el antiguo pajar y vió el momento ideal para hacerse con un animal, como lo hizo su padre "que limpiara el terreno y diera un poco de alegría y  vida al entorno". Su hermano Fernando al tanto de este deseo le comentó que en un almacen de Agurain tenían una pareja de burros y que el dueño quería vender la hembra porque "no había forma de que se quedara preñada". El animal llegó a Pueyo el 20 de julio del año pasado, vísperas de fiestas tras obtener todos los permisos oficiales.

    La joven burra de 5 años se adaptó rápidamente al nuevo hogar. Había dos "paisanas" más en el pueblo pero era más pequeña y le llamaron Txispa. En una ocasión se le escapó y Javier agarró tal susto que en septiembre, tres meses después, la vendió.  Pero se arrepintió al momento, "los Artilleros somos así", de prontos. Se me puso un nudo en la garganta y ese día ni comí, ni dormí. No dejaba de pensar en ella asevera. Al día siguiente llamó  a la persona que la compró y se hizo de nuevo con ella, pero tubo que abonar  cuatro  veces más el precio por el que la  vendió y  volver a hacer los trámites para llevarla a casa. La burra se puso muy lúcida. Comía en abundancia hierba, alfalfa, avena, maíz y sobras de las verduras. El 17 de febrero, al bajar de casa, Javier comprobó desconcertado que había una cría junto a la burra. "Estaba muy limpica, junto a la madre. No salía de mi asombro y avisé a todo el mundo mediante el grupo de WhatsApp que creamos en Pueyo a raíz del incendio de agosto". No había dado pábulo al rumor de los viejos del lugar sobre la preñez del animal porque en Agurain se la vendieron por esteril y para entonces ya estaba fecundada. "Kardelina",  que así se llama la recién nacida, ha sido la comidilla del pueblo y la más fotografiada, muy a pesar  de su recelosa madre que reparte conoces a quien osa arrimarse. A Javier le va a  costar desprenderse de ella y, de hacerlo su deseo es que se quede por la Valdorba. Su pareja Sabina Óscáriz y los hijos Joseba y Julen  de 12 y 10 años respectivamente están encantados con la nueva inquilina que se suma a las gallinas, gato, perro, peces, paloma y una ninfa, (periquito grande) que conforman el universo animal de esta familia de poyeses. (La Merindad, Mari Jose Ruiz).